Está visto que en las ciudades, a pesar de algunas "victorias parciales", al final acaban ganando los coches.
En la calle Santa Susana de Oviedo había un paso de peatones sin semáforo "de libro". Estamos hablando de un punto en el que hay relativamente poco tráfico de coches, y donde hay mucho tráfico de peatones, al ser el punto ideal para cruzar entre dos zonas de la ciudad.
A mi entender, los pasos de peatones sin semáforo son mejores, puesto que dan la prioridad al peatón, que es quién la debe de tener, en general. En ellos es el coche el que debe esperar por el peatón y no al revés.
En fin, que al final, el incivismo de bastantes conductores lo ha conseguido: han degradado el paso de peatones a paso de peatones con semáforo ("LNE - Nuevo semáforo en Santa Susana").
Efectivamente, al tener dos carriles la calle y en general por el poco respeto que muchos conductores tienen a los pasos de peatones, se producían situaciones de peligro. Algunos inocentes vecinos bienintencionados (por aquello de la seguridad) reclaman un semáforo. Para el ayuntamiento es miel sobre hojuelas: se atiende una petición vecinal y encima se deja más contentos a los coches que pasan a tener la prioridad excepto en los breves momentos en que se da paso a los peatones.
Para los peatones, una derrota en toda regla.
La solución no es un semáforo, sino que los coches respeten el paso de peatones y disminuyan la velocidad. Si no lo hacen "por las buenas", en lugar de poner un semáforo y fastidiar a los peatones se pueden colocar elementos para obligar a los coches a reducir la velocidad. Por ejemplo los "cojines berlineses" que se han colocado en muchos otros puntos (y más baratos que un semáforo, por otro lado).
[Por cierto que los cojines berlineses merecen una entrada aparte, porque muchos conductores se ve que no saben cómo atravesarlos]
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1 comentario:
Me quedo con curiosidad por saber más sobre esos conductores que no saben cómo atravesar los cojines berlineses; yo no he visto ninguno (me refiero a ningún conductor que no sepa atravesarlos, cojines berlineses sí que he visto). Teniendo en cuenta que conduzco con bastante frecuencia, esto sólo tiene una explicación posible: ¡soy uno de ellos!
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